"¿Habéis sentido alguna vez el irrefrenable impulso de escapar de todo cuanto conocéis? ¿De girar una bola del mundo, cerrar los ojos y señalar un punto al azar? ¿De comprar una furgoneta, colgaros una mochila al hombro, un compañero de viaje, y lanzaros a la aventura de lo desconocido?
Así estaba yo a la tierna edad de veintitrés años. Y digo tierna porque aún no eres una persona adulta, no tienes esa agonizante responsabilidad de formar una familia a toda costa porque se te va a pasar el arroz. Estás en el punto óptimo para seguir haciendo estupideces y tener el descaro de pedir antes perdón que permiso.
Un día, tras sopesar los pros y los contras de semejante hazaña, decidí meter lo indispensable en una mochila: ropa, dinero, algo de comida, cámara de fotos, sonrisas, ganas y energía. Afuera dejé lo que seguro iba a ser un lastre para mi y para los que decidieran acompañarme: el miedo, el pesimismo, la vergüenza y la tristeza.
Recorrí un cuarto del mundo, lo suficiente para que ahora se entrelacen miles de imágenes y momentos que guardo con cariño en mi corazón... Bailé en hogueras en la playa, hice el amor bajo las estrellas, aprendí a surfear, me tiré en paracaídas, me perdí por caminos y carreteras, hice autoestop, caminé bajo la lluvia, conocí a gente increíble que me acompañó parte de mi travesía, o travesura, según se mire. Aprendí a tocar la guitarra, me enamoré de miradas y sonrisas, volví a sentir ese amor adolescente y loco, ese tonteo y esa locura transitoria..."
[...]
En ese momento, Lily levantó la vista de la hoja de papel cuadriculado que había arrancado de su Diario de Viaje, las palabras y los pensamientos se arremolinaban en su mente sin orden ni concierto. Esbozó una sonrisa y continuó escribiendo, sabía cómo finalizar aquel capítulo.
"Y aún no he vuelto... Conocí a alguien con quien compartir mi por entonces, caótica vida, y me dejé llevar. Sabía que no aseguraba mi futuro, ni mi presente, pero era lo que dictaba mi corazón, y por una vez debía hacerle caso.
¿Os cuento un secreto? Saltad. Quizá no un año, o un mes, pero sí una semana o dos. Saltad, dejar los miedos enterrados, y las energías fluyendo por vuestro cuerpo. Quien sabe, quizá eso os cambie para siempre. Quizá encontréis el significado de vivir, o el significado de la vida, de vuestra vida.
Un abrazo,
Lily."
Y dicho esto, enrolló aquel pedazo de papel cuadriculado, lo metió en una botella de cristal transparente y lo lanzó al mar.
3 comentarios:
Quizá... quién sabe?
Será cuestión de probar a saltar.
Un saludo Elendilae
La furgoneta. Conocer gente. Vivir una vida nómada a bordo de la valentía y el saber que nadie te podrá quitar todo lo que has visto, todos los lugares que has pisado, las personas que -sin querer o queriendo- han interferido en tu vida de un modo u otro. Viajar. Conocer mundo. VIVIR como quieras.
Qué gusto me ha dado leerte, qué gusto!!!
Dejarlo todo para conseguir todavía más. Y si se encuentra el amor... ya no puedes hacer nada.
Un besazo enorme, enorme, enorme. Tan enorme como las sensaciones de libertad y belleza que has despertado con este "Diario de abordo"
Ay, pero que me encanta leerte!
Increible relato!!! :D
Da que pensar eeh,en unos años no te digo yo qe no te haga caso.. solo es eso,deja atras lo que has dicho y SALTAR, saltar lejos y fuerte .Besoss =)
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